La importancia de la atención plena para autorregularse y crear resiliencia
Como médico que practica la medicina mente-cuerpo, creo sinceramente que la atención plena es la herramienta más poderosa que tengo. Lo comparto con mis pacientes para que ellos también tengan acceso a esta herramienta. La atención plena es más poderosa que cualquier medicamento, cirugía u otra intervención médica, y sin embargo, demasiados pacientes ni siquiera son conscientes de que esta herramienta existe. No necesitan consultar a los médicos ni ir a ningún otro sitio para acceder a ella. La capacidad de ser consciente está con ellos las 24 horas del día.
Mindfulness podría definirse como «conciencia aguda». Esta conciencia es la clave, aquí y ahora: la conciencia de las interacciones, los pensamientos, los sonidos, los olores, etc. de cada momento. El otro componente importante de la atención plena es abstenerse de juzgar. Es la capacidad de aceptar simplemente lo que es: sentarse con atención a las emociones, los sentimientos, los pensamientos y las expresiones, tanto si parecen ponernos en un buen lugar como si son negativos. No hay necesidad de juzgar los sentimientos, ni de albergar sentimientos de autodesprecio u odio hacia uno mismo que surjan a causa de ellos. Podemos simplemente estar con ellos. Esta práctica de la quietud, de ser capaces de permanecer simplemente conscientes -de lo que sea que seamos conscientes- con aceptación tiene grandes beneficios tanto desde el punto de vista físico como desde el emocional y mental.
Según un especialista de Psicopartner, el mayor impacto que tiene el mindfulness es que nos permite autorregularnos y crear resiliencia. El mindfulness puede afectar a las rumiaciones que suelen estar ligadas a la ansiedad o la depresión, por ejemplo, en las que experimentamos pensamientos negativos repetitivos. El mindfulness nos ayuda a acallar esas voces y a centrarnos. Además, nos ayuda a mejorar nuestra memoria de trabajo. Y en cuanto al sistema cardiovascular, reduce la presión arterial y el ritmo cardíaco. También reduce los niveles de neurotransmisores como la adrenalina, la norepinefrina y el cortisol. Reduce la inflamación y ayuda a aumentar la inmunidad. Por eso, como intervención terapéutica no farmacológica, el mindfulness es lo que siempre presento a mis pacientes y les animo a aprender más.
Para ilustrar la importancia de la atención plena, veamos una emoción como la ira. Creo que todo el mundo puede identificarse con la ira; todos sabemos cómo se siente este estado de ánimo. Entonces, ¿qué hacemos con ella? Ojo, no estoy hablando de intentar reprimir la ira o fingir que no ocurre porque está ahí, sea cual sea el desencadenante. Pero cuando se enfrentan a una situación que la provoca, las personas suelen querer sentirse validadas por la ira como respuesta emocional: quieren quedarse con ella y justificarla. Y así construyen una historia, y la historia se construye y construye y la ira empieza a sentirse más justificada de lo que la situación inicial merecía.
Tenemos el poder de elegir un camino diferente. Podemos decir: «Vale, me ha cortado» o «Ha sido grosera conmigo». Y podemos empezar por tener compasión por esa persona. Podemos considerar que tal vez están teniendo un día difícil. Tal vez están corriendo para llevar a su esposa al hospital porque está a punto de dar a luz. O tal vez algo está sucediendo en su vida que los tiene en un mal espacio. Podemos elegir empezar con esa consideración y no sentirnos tan ofendidos por lo que se haya dicho o hecho. Al dar a nuestra mente espacio para crear una historia diferente sobre el motivo de esa interacción o situación desafiante, podemos permitir que nuestra ira se disipe.
Eso es lo que realmente hace el mindfulness. La atención plena nos permite tomarnos un momento para hacer una pausa y permanecer en cualquier situación. No tenemos que crear una historia negativa en torno a ella ni juzgarla; podemos dejarla estar por un momento. Y entonces podemos convocar las cualidades que todos poseemos y ponerlas en práctica en nuestras vidas. Podemos centrarnos en ser cariñosos; podemos tener compasión y empatía, ¿verdad? Podemos aplicar esos sentimientos y emociones a cualquier situación para ayudarnos a neutralizar nuestra ira.
Es esencial que los pacientes comprendan que sus emociones no tienen que gobernarlos. Tenemos el control sobre cómo elegimos reaccionar ante cualquier situación en términos de nuestra actitud y comportamiento. Cuando practicamos mindfulness, nuestras emociones -la puerta de entrada al inconsciente- cambian porque estamos rebobinando nuestro neurocircuito y alterando nuestro mecanismo de respuesta. Normalmente nuestras reacciones son instantáneas, reflejos automatizados, pero cuando estamos atentos, en lugar de reaccionar podemos permitirnos responder de verdad.
Muchos pacientes piensan que las cosas les pasan a ellos: mi estrés, mi trabajo, mis hijos, mi entorno, etc. Siempre les digo a los pacientes que el estrés es un trabajo de dentro a fuera. Hay circunstancias que le pueden pasar a cualquiera; todos tenemos que lidiar con situaciones que nos provocan emociones negativas. Pero lo que realmente nos afecta a nivel celular o físico no es nuestra alimentación exterior, sino nuestra respuesta interior. Es cómo elegimos responder a cualquier situación. Podemos influir en las historias que construimos en torno a ella, ¡tenemos el control absoluto sobre eso!