En las últimas décadas, las estructuras empresariales fueron totalmente modificadas por la globalización de la economía y la competitividad entre las organizaciones, generando nuevas relaciones entre los consumidores y las empresas.
Consecuentemente, las empresas modernas no pueden seguir soportando estructuras organizacionales rígidas de jerarquía y organigramas inflexibles.
Todo esto creó un fuerte cambio en el concepto ¨jefe¨, donde el superior inmediato actual se transformó en un líder, o sea, un motivador, incentivador de ideas, de personas y de creatividad. Por otro lado, las organizaciones actuales deben ser ágiles y astutas, comprometiendo a todos los funcionarios con el trabajo, en condiciones cómodas.
Los colaboradores tienen que ser motivados a través de estrategias profesionales, con buenos resultados para la organización, para eso, ellos deben estar bien informados sobre la administración y las metas de la propia empresa.
El líder debe estar preparado con nuevas posturas, tales como:
Características personales: debe saber lidiar con las personas a fin de dar marcha a los proyectos y buscar nuevas soluciones a antiguos problemas. Deberá saber compartir con todos los colaboradores. El nuevo líder envuelve a todos en los temas administrativos.
Postura personal: debe mantenerse como miembro del equipo, conociendo a su personal, sus potenciales y sus limitaciones.
Selección de nuevos colaboradores: analizar a los postulantes considerando los resultados obtenidos en empresas anteriores.
Información: vivimos en la ¨era del conocimiento¨ y cuanto más informado y culto sea, es mejor, podrá contribuir más para el desarrollo de la organización.
Calidad: buscar siempre el error y no quien está errado.
Motivación: saber elogiar y valorizar a sus colaboradores a fin de que ellos produzcan más y mejor.
Participación: utilizar métodos modernos de evaluación del desempeño, aplicando una administración participativa e incentivando las ideas de los colaboradores.